En el 85 aniversario de la II República española


Una República no es necesariamente de izquierdas o de derechas. Alemania, Portugal, Israel son repúblicas y tienen gobiernos conservadores, mientras que Francia tiene un gobierno progresista. De igual manera, el Partido Republicano en Estados Unidos es conservador, como Angela Merkel o Silvio Berlusconi, otros son republicanos progresistas como François Hollande.
República es la forma de Estado en la que todos los cargos públicos son elegidos por los ciudadanos, desde el concejal del pueblo más pequeño hasta la máxima autoridad del país. Lo que supone llevar la democracia a todos los niveles del Estado.
En nuestro país ha habido dos periodos republicanos, el primero, duró tan sólo un año (1873-1874) en el que se sucedieron distintos gobiernos, conservadores y progresistas. Desde Figueras y Pi i Margall a Salmerón o Castelar.
La segunda experiencia democrática en la Historia de España es el objetivo fundamental de esta exposición. Con la II República, desde el 14 de abril de 1931 hasta el 18 de julio de 1936, España vivió en libertad y en democracia bajo una Constitución que reconocía una amplia declaración de derechos. Niceto Alcalá Zamora (católico, republicano y conservador) fue presidente de la República durante ese periodo. Como ocurre en la actualidad, el partido que ganaba las elecciones dirigía el Gobierno; así gobernaron los republicanos progresistas junto con el PSOE, bajo la dirección de Manuel Azaña y después los republicanos conservadores con la CEDA de José María Gil Robles. Muchos de los partidos actuales vivieron esa experiencia y participaron en el juego político: Esquerra Republicana, Partido Nacionalista Vasco, Partido Socialista Obrero Español o Partido Comunista de España.
La II República se proclamó el 14 de abril de 1931 acompañada de una gran fiesta popular en la que participaron la mayoría de los españoles, que vieron en ella la puerta a la modernización del país y depositaron sus esperanzas en que solucionaría los problemas seculares que impedían el desarrollo de España: concentración de la riqueza en pocas manos, Ejército excesivamente numeroso, Estado centralista o el excesivo poder e influencia de la Iglesia en la educación, cultura y la política. En definitiva, era la oportunidad de crear un marco de convivencia democrática, modernizar las estructuras del Estado e iniciar un amplio programa de reformas económicas y sociales.
Pero la democracia en España había nacido en una coyuntura internacional muy desfavorable, pues el mundo estaba inmerso en la Gran Depresión del 29, la crisis económica más importante jamás conocida. Para mayor dificultad, este periodo de Entreguerras se debatía entre las ansias expansionistas del fascismo y del bolchevismo, frente a la debilidad de las democracias liberales. Ambas realidades se reflejaron en el desarrollo de la II República y complicaron su devenir democrático.
Esta experiencia democrática finalizó bruscamente con el golpe de estado protagonizado por un sector del Ejército. Los generales Franco, Mola y Sanjurjo se sublevaron contra el Gobierno constitucional elegido por los españoles en febrero de 1936. Al no triunfar en toda España la rebelión militar, se desencadenó la Guerra Civil.